domingo, 30 de mayo de 2010

Pam ( y zombis)

¿Qué les ha pasado a mis vecinos?


-¡Mátalo! – grita ella mientras llora y me mira con desesperación.
Pam se ha levantado del suelo y ha dejado de llorar lo peor de todo es que me ha quitado la escopeta. No consigo verla la cara pero su forma de andar apesta a seguridad, está muy segura, segura de que quiere matarlo. No puedo hacer nada ,veo como su menuda silueta se emborrona en la oscuridad de la calle en la que ella y yo vivíamos, la quiero pero en estos momentos no parece Pam. De pronto escucho una fuerte explosión y veo como cientos de chispas caen porque ha explotado una farola, no veo a Pam, tengo que hacer algo. Sigo sus pasos atravesando la calle y veo como la mayoría de nuestros vecinos están muertos o simplemente ya no son nuestros vecinos, son nuestros enemigos. Noto como he pisado un cuajo de sangre, tal vez debería quitarme el zapato para que no puedan olerme y al agacharme me encuentro con un cadáver desmembrado, no tiene piernas de hecho solo queda un humano de cintura para arriba, siento náuseas pero debo buscar a Pam.


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no te necesito


-¡Hijo de puta! – y después de maldecirlo Pam dispara a bocajarro a la criatura que la mira con deseo. Supongo que pretende devorarla, de hecho saliva más de la cuenta. Tengo la sensación de ver el trayecto de la bala demasiado lento sin embargo impacta en la cara del zombi y al hacerlo un montón de carne vuela cayendo en mi ropa, prácticamente le ha volado la cabeza y sobre su cuello solo queda la mandíbula, la extraña sangre del monstruo salpica a Pam mientras mira el espectáculo grotesco sin mostrar ninguna emoción, no está impactada, ella no es Pam. Lo que quedaba del muerto viviente está de pie pero se tambalea durante unos segundos hasta que cae al suelo .Mi olfato capta un fuerte aroma a descomposición.
Por un momento estoy seguro que Pam será la próxima en caer al suelo pero se mantiene firme e inmóvil, parece que no darse cuenta que está manchada de sangre.
-Pam – digo al mismo tiempo que me acerco a ella y acaricio sus hombros desnudos -¡Oh dios, podrías haber muerto! – Dije mientras la abrazaba – debemos volver olerán la sangre si no nos cambiamos.
Pam no reacciona.
-Pam… ¿Por qué fuiste? Él…él era tu padre.
De pronto me mira y esta vez percibo expresión en su rostro.
-El no era mi padre, mi padre jamás habría matado a su propio hijo, lo que has visto no era más que un monstruo- y tras decir eso me empuja bruscamente y aparta la mirada.
- ¡Basta de esto! ¿No te das cuenta que podrías estar muerta?- continúe – deja de hacerte la heroína.
Sigue sin mirarme su larga y oscura melena oculta sus rasgos es posible que esté llorando.
-¿Heroína? ¿Quién te piensas que soy Vic? – Preguntó – ese monstruo ha matado a mi hermano.
-Al que tú llamas monstruo era tu padre.
-Mírame – me ordena y es cuando me doy cuenta que lo único que mancha su rostro sigue siendo la sangre del zombi – pensabas que lloraba ¿verdad?
Ahora soy yo el que mira hacia otra parte.
-No me veías capaz de matarlo ¿verdad? ¡Mírame Vic!
Asiento con la cabeza.
-Lo sabía ¿Qué pensabas que me derrumbaría y correría a tus brazos?- siguió- no necesito que me protejas, nunca lo he necesitado, tú no eres mi protector. – Pam estalló y reconozco que me estaba haciendo daño.
-Sí, sí que he pensado eso y me he asustado cuando has ido a por esa asquerosa criatura tan decidida ¡Pam no eres la heroína de una película! – Grito – y sin embargo te comportas como tal.
- No soy yo la que vive en una película, eres tú. ¿Has visto lo que hay alrededor? Solo hay muerte y monstruos y sin embargo eres tu el que se comporta como si vivieses en un mundo aparte, te recuerdo que hace tan solo un momento me has pedido que fuésemos a casa a cambiarnos ¿y que mas Vic? ¿Cenamos como si nada y hacemos el amor? -Pam se acercó más a mí y terminó diciendo – Das pena.
Pam se pone alerta y levanta la escopeta por un momento creo que el fervor del momento le ha dado la idea de dispararme así que me alejó pero cuando me muevo veo que detrás de mí hay una docena de zombis que se mueven de forma rápida, tal vez por el apetito. Pam comienza a disparar y consigue volarle la ca
beza a dos zombis sin embargo los otros parecen no inmutarse y continúan con su ritmo acelerado.
-¡Vámonos de aquí! – me grita Pam que ha dejado de disparar porque no tiene más munición.

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persecución


Pam y yo nos hemos escondido en una de las casas del vecindario, creo que nos hemos librado por un tiempo de la jauría de zombis hambrientos y pestilentes. El hedor a descomposición llega hasta mis orificios nasales y una vez más provoca en mí una necesidad inmediata de vomitar, esta vez no puedo contenerme, giro la cabeza para no manchar a Pam y vomito lo último que había comido.
-No podía aguantarlo más –conseguí decir.
-No tenemos munición – dudo si se ha dado cuenta de la pota que acabo de echar.
-Ya lo he visto- aseguro con cierto odio.
-Debemos controlar más nuestros fluidos – bien al menos se refería a “nosotros”
-¿Dónde podemos conseguir más munición?
-podríamos despistarlos con cocteles molotov, en esta casa hay botellas de alcohol- la desconocida Pam me miró con aprobación, te echo de menos Pam.
-Vic – articuló – lo de hace un rato…- di la palabra las aceptaré encantado – no voy a disculparme por decir la verdad.
-¡Qué! Me dolió lo que me dijiste – estallé - ¿Qué hago, actúo como si nada?
Pam niega con la cabeza y al mismo tiempo mueve su cabello oscuro.
-No, si quieres puedes irte.
-¿Y dejarte sola? Ni hablar.
-¿por qué no quieres dejarme sola? – seguro que ahora me dará el discurso de que puede apañárselas sin mí y otra vez de vuelta a lo mismo.
- He comprendido que no necesitas a nadie, es más, me ha quedado clarísimo, pero debemos estar juntos para hacer frente a los zombis y cargárnoslos.
-No va a ser tan sencillo – siguió.
La situación me estaba jodiendo considerablemente así que cogí una botella de vodka que había en la casa, me rasgué la manga de la americana y la hice añicos, después la metí en el vodka ahora solo me faltaba el mechero así que rebusqué en el bolsillo del pantalón y apareció uno, corrí a la entrada del chalet y entre los coches accidentados había cuatro zombis que me divisaron y nada mas verme vinieron hacia a mí.
-¿Quieres comerte mi cerebro cabronazo? – Le grité – pues antes entra en calor.
Lancé la botella con todas mis fuerzas y al impactar en el suelo comenzó a arder, no había dado a los cuatro zombis pero si a un par de ellos. Pam me ha agarrado de la mano y ambos corremos hacia la puerta de atrás.

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